Esa molestia llamada
prostatitis
Dolor en el piso de la pelvis,
al orinar y al eyacular,
es el síntoma más frecuente
de la inflamación de la próstata
que afecta, principalmente,
a hombres mayores de
35 años, quienes tienden
a consultar a varios urólogos
para cerciorarse de que
es ésta la enfermedad
que padecen, y no otra
de mayor gravedad.
No es heredable ni precancerosa.
Los síntomas varían según el tipo de prostatitis. Son comunes escalofríos y fiebre en casos de infecciones agudas. Otros síntomas pudieran ser eyaculaciones dolorosas con semen de aspecto purulento o sanguinolento, dificultades para orinar (urgencia, dolor y ardor), dolores abdominales en el bajo vientre, en la parte baja de la espalda y el perineo (espacio entre el escroto y el ano). Es un denominador común la ansiedad y la preocupación asociadas a falta de apetito sexual.
De entrada, los pacientes asocian, erróneamente, el nombre de esta enfermedad con un problema grave de la próstata. De hecho, los especialistas comentan que muchos de los varones diagnosticados suelen pensar que se trata de algún tipo de cáncer.
En medio de la angustia, algunos de ellos suelen no confiar en el diagnóstico inicial
y comienzan a hacer un largo recorrido por los consultorios de diferentes urólogos, quienes, como corresponde, indicarán la realización de los exámenes pertinentes. Pero, en la mayoría de los casos, el resultado será el mismo: prostatitis. La afección, que se presenta con más frecuencia en caballeros mayores de 35 años, comienza, regularmente, con el ingreso de una bacteria a los conductos prostáticos desde
el recto, lo cual produce trastornos funcionales que inflaman la próstata. No es contagiosa y tampoco se considera una enfermedad de transmisión sexual.
Su tratamiento, como se verá más adelante, varía de acuerdo a la tipología.
En todo caso, según indican los médicos, rara vez requiere de una intervención quirúrgica. Antes de entrar en materia conviene repasar el funcionamiento
del órgano afectado.
Castaña vital
La próstata es un órgano glandular del aparato genitourinario masculino. Tiene forma de castaña y está localizado frente al recto, debajo y a la salida de la vejiga urinaria. Contiene las células que producen parte del líquido seminal que protege y nutre a los espermatozoides contenidos en el semen. Las hormonas masculinas estimulan el crecimiento de este órgano que continúa hasta la edad adulta. Si las hormonas masculinas desaparecen, la glándula prostática no puede desarrollarse y reduce su tamaño.
¿A quiénes afecta la prostatitis?
En www.healthsystem.virginia.edu, el sitio web de la Universidad de Virginia, Estados Unidos, se indica que según el Instituto Nacional de la Diabetes y de las Enfermedades Digestivas y del Riñón (National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases, NIDDKD), la prostatitis es la causa de aproximadamente 25 por ciento de las consultas médicas de los hombres jóvenes y de edad mediana con problemas relacionados con los sistemas genitales y urinarios. Es, de hecho, el problema más común de la próstata que se presenta en hombres de menos de 50 años de edad. Algunas estadísticas indican que, al menos, la mitad de todos los hombres, en cierto momento de sus vidas, experimentará síntomas de prostatitis. No obstante, ciertos trastornos suponen un riesgo mayor para desarrollar la enfermedad. Son los siguientes:
• Infección reciente en la vejiga o en cualquier otra parte del cuerpo.
• Lesión o traumatismo del perineo (zona entre el escroto y el ano).
• Anomalía en el tracto urinario.
• Próstata agrandada.
• Relaciones sexuales anales.
• Procedimiento reciente que implique la inserción de un catéter urinario
o cistoscopio.
Cada caso un examen
Para diagnosticar la prostatitis el urólogo de confianza recurre, dependiendo del paciente, a los siguientes exámenes:
Examen rectal digital: El médico introduce en el recto un dedo enguantado para examinarlo, con el fin de detectar señales de cáncer en la glándula prostática.
Cultivo de semen. Se lleva a cabo para determinar si hay infecciones en el líquido seminal.
Masaje prostático: Se suele realizar durante un examen rectal digital; el médico masajea la glándula prostática con la finalidad de drenar líquido a la uretra. Luego, se realiza el examen microscópico del líquido para detectar la presencia de inflamación o infección.
Uretrocistoscopia: Es un examen durante el cual un tubo flexible con un dispositivo visualizador se introduce a través de la uretra para examinar la vejiga y el tracto urinario y detectar anomalías estructurales u obstrucciones, u otras patologías como tumores o cálculos.
Ecografía transrectal: Consiste en la introducción por el recto de ondas ultrasonido que producen ecos al chocar con la próstata, los cuales son procesados por la computadora y reproducidos en una pantalla de video.
Tipos de prostatitis
De acuerdo a sus características, las prostatitis se dividen en los siguientes tipos:
• Aguda o de aparición súbita y crónica
o repetitiva en el tiempo.
• Infecciosa.
• Inflamatoria no infecciosa.
• Prostatodinea
Es el tipo de infección menos común. Se diagnostica fácilmente y suele responder bien al tratamiento antibiótico. Sus síntomas son aparición súbita de fiebre alta, escalofríos, malestar general, lumbagos e intensas molestias al momento de orinar (que pueden causar, incluso, la retención de la orina). En el análisis de orina pueden encontrarse, además de bacterias, glóbulos rojos y glóbulos blancos. Al tacto rectal, la próstata está blanda y dolorosa. Esta afección puede estar originada por una enfermedad de transmisión sexual, aunque también es frecuente en pacientes con hiperplasia benigna de próstata (aumento natural del tamaño de la próstata en hombres mayores) tras una infección urinaria.
Prostatitis infecciosa crónica
Se caracteriza por la presencia de la polaquiuria (aumento del número de micciones o veces que se orina en el día), la urgencia miccional (ganas impostergables y repentinas de ir a orinar) y una sensaciones de ardor en la uretra. A diferencia de la bacteriana aguda, no presenta fiebre. También es frecuente encontrar, en este tipo de prostatitis, uretritis (una inflamación de la uretra). Muchos pacientes refieren un chorro miccional (o de la orina) fino y un goteo postmiccional. Del mismo modo, el paciente que sufre de esta enfermedad dice sentir dolores “vagos”, imprecisos, de variable intensidad y sensaciones de frialdad en el área perineal (en el piso de la pelvis), así como molestias en el escroto y en la punta del pene (especialmente al final de una eyaculación). Otro síntoma de esta tipología es la hemospermia (presencia de sangre en el semen). Al tacto rectal la próstata es blanda o con cierta dureza. Puede deberse a una prostatitis bacteriana que no se ha curado bien o a reinfecciones repetitivas
de la próstata.
1 Próstata 2 Pene 3 Uretra 4 Testículo 5 Ano 6 Recto 7 Vejiga |
Prostatitis inflamatoria
crónica no infecciosa.
Es una inflamación de la glándula prostática cuya causa se desconoce. y es quizás
la forma más común de la enfermedad. Ocurre en seis de cada 10 pacientes. Suele tratarse de personas ansiosas con antecedentes de alergias y asma. Su origen
aún esta en estudio. No es producida por microbios. Se sospecha que se origina
por irritación ocasionada por el reflujo de la orina que fluye dentro de la próstata. Según el sitio web especializado www.medlineplus.com hasta 65 por ciento de los pacientes con prostatitis crónica presenta la forma abacteriana. Los síntomas se manifiestan por medio de molestias vagas en los genitales, la espada y el bajo
vientre y pueden estar asociados a una inflamación crónica de la próstata así como
al estrés (que contrae los músculos del suelo pélvico) o a la falta de una actividad sexual regular.
En ocasiones los enfermos presentan sangre en el semen y en la orina. Como
se ha dicho, en ninguna de estas secreciones hay presencia de un organismo infeccioso conocido, pero sí de células que combaten las infecciones.
Prostatodinea
El tratamiento específico para la prostatitis será determinado por el urólogo de confianza de acuerdo a los siguientes criterios:
• La edad, el estado general de salud y los antecedentes médicos.
• La gravedad de la enfermedad.
• La tolerancia a determinados medicamentos, procedimientos o terapias.
• Las expectativas para la evolución de la enfermedad.
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