“Un campesino fue al bosque y atrapó un pichón de águila que puso en el gallinero, junto a las demás gallinas y así creció con su misma conducta. Un día, su hijo llegó de la ciudad y le dijo: ‘Esa ave que tienes en el gallinero no es una gallina, es un águila’. ‘Así es’, contestó el campesino. ‘Pero yo la crié como gallina, y ya no es un águila; a pesar de tener alas siempre estará en ese corral’. ‘Papá, te equivocas, ella es y siempre será un águila, pues tiene corazón de águila. Ese corazón la hará volar
algún día’. ‘No’, insistió el campesino, ‘se convirtió en gallina y jamás volará como águila. Te puedo apostar lo que quieras’. El muchacho aceptó el reto.
A la mañana siguiente se levantaron temprano y llevaron al águila a lo alto de una montaña. El sol naciente doraba los picos de la cordillera; el muchacho levantó el animal y le ordenó: ‘Ya eres un águila, abre tus alas y vuela, ya que perteneces al cielo y no a la tierra’. El ave miró alrededor, temblaba ante la vastedad del horizonte,
y en un momento mágico, abrió sus potentes alas, las agitó y lentamente levantó vuelo soberana sobre sí misma. Se alejó volando cada vez más alto, hasta confundirse con el azul del firmamento”.
Son muchas las situaciones difíciles que afrontamos durante la infancia, que de una u otra forma traen como consecuencia que no seamos capaces de conducirnos con verdadera autonomía en la etapa adulta. Estas experiencias nos hacen perder la autoestima, la confianza y la seguridad necesarias para asumir las riendas de nuestra vida, cuando llegamos a la etapa de adultos. Por ejemplo: la presencia de unos padres sobre protectores o dominantes; haber sido hijo único durante un largo tiempo y de repente recibir la compañía de un nuevo hermano; el tener que compartir o competir por el cariño y los privilegios dentro del grupo familiar, son algunas de ellas.
Las actitudes de rebeldía o desobediencia durante la adolescencia, son un reflejo de la inseguridad que experimentan algunos jóvenes; el temor a asumir ciertas responsabilidades y a iniciar una etapa de auto conducción, les puede resultar muy inquietante.
Para muchas personas, auto conducirse, se convierte en una especie de tarea titánica, sobre todo si aprendieron a vivir dependientes de los demás; es decir, esperando o buscando su aprobación y reconocimiento. Hay un momento en el que necesitamos reunir el valor y la determinación necesarias para cortar el cordón umbilical que emocionalmente nos mantiene atados a esas personas que de una u otra manera ejercen un poder negativo sobre nosotros, para poder ir en busca de la libertad esencial que nos permita tener una vida propia, con más independencia y unas relaciones más sanas, que nos impulsen a conseguir nuestros sueños y propósitos personales con éxito.
Confía en ti, ¡tú puedes!, atrévete a vencer el temor de afrontar cualquier situación; recuerda que tienes las cualidades, el conocimiento y las herramientas necesarias para hacer lo que tengas que hacer con valor, fortaleza y determinación. No te dejes afectar por la resistencia que experimentas al momento de tratar de resolver una situación difícil; no necesitas que otras personas resuelvan o se hagan cargo de tus asuntos, llénate de confianza, valor y entusiasmo y hazte cargo.
Los pilares de la autonomía son:
Perdona. Piensa que las personas que te descalificaron, o te manipularon en la niñez, lo hicieron por inconciencia y sin mala intención; perdónalos desde el corazón y libérate de esos recuerdos negativos del pasado. Libérate del resentimiento, suéltate y levanta vuelo.
Aumenta tu estima. Las personas que no se valoran lo suficiente, son incapaces de reconocer sus cualidades y mucho menos de hacer uso de ellas para afrontar y vencer las dificultades, para hacerlas parte del proceso que los lleve hacia la realización y la consecución del éxito personal. Además, una estima baja los hará vulnerables y susceptibles de buscar la aprobación o el reconocimiento de los demás.
Fortalece tu confianza. Es indispensable sentir confianza en nosotros mismos para afrontar la vida, con sus retos y las situaciones que se nos presentan. No podemos alcanzar las metas que nos hemos propuesto sin confiar en los recursos y las herramientas con las que contamos para hacerlo. En las relaciones con los demás, la confianza nos permitirá hacer nuestras propias elecciones, establecer límites y expresar nuestras ideas y sentimientos sin temor a quedarnos solos.
Refuerza tu fe. Esto te dará la fortaleza para afrontar lo inesperado, las dificultades, las críticas o el fracaso; te dará el impulso necesario para salir de nuevo a la superficie de la vida a pesar de haber tocado fondo. Seguridad no significa actuar con arrogancia o actuar como si fuésemos superiores a los demás, implica creer en nuestras ideas y proyectos y confiar en nuestros recursos y capacidad.
algún día’. ‘No’, insistió el campesino, ‘se convirtió en gallina y jamás volará como águila. Te puedo apostar lo que quieras’. El muchacho aceptó el reto.
A la mañana siguiente se levantaron temprano y llevaron al águila a lo alto de una montaña. El sol naciente doraba los picos de la cordillera; el muchacho levantó el animal y le ordenó: ‘Ya eres un águila, abre tus alas y vuela, ya que perteneces al cielo y no a la tierra’. El ave miró alrededor, temblaba ante la vastedad del horizonte,
y en un momento mágico, abrió sus potentes alas, las agitó y lentamente levantó vuelo soberana sobre sí misma. Se alejó volando cada vez más alto, hasta confundirse con el azul del firmamento”.
Son muchas las situaciones difíciles que afrontamos durante la infancia, que de una u otra forma traen como consecuencia que no seamos capaces de conducirnos con verdadera autonomía en la etapa adulta. Estas experiencias nos hacen perder la autoestima, la confianza y la seguridad necesarias para asumir las riendas de nuestra vida, cuando llegamos a la etapa de adultos. Por ejemplo: la presencia de unos padres sobre protectores o dominantes; haber sido hijo único durante un largo tiempo y de repente recibir la compañía de un nuevo hermano; el tener que compartir o competir por el cariño y los privilegios dentro del grupo familiar, son algunas de ellas.
Las actitudes de rebeldía o desobediencia durante la adolescencia, son un reflejo de la inseguridad que experimentan algunos jóvenes; el temor a asumir ciertas responsabilidades y a iniciar una etapa de auto conducción, les puede resultar muy inquietante.
Para muchas personas, auto conducirse, se convierte en una especie de tarea titánica, sobre todo si aprendieron a vivir dependientes de los demás; es decir, esperando o buscando su aprobación y reconocimiento. Hay un momento en el que necesitamos reunir el valor y la determinación necesarias para cortar el cordón umbilical que emocionalmente nos mantiene atados a esas personas que de una u otra manera ejercen un poder negativo sobre nosotros, para poder ir en busca de la libertad esencial que nos permita tener una vida propia, con más independencia y unas relaciones más sanas, que nos impulsen a conseguir nuestros sueños y propósitos personales con éxito.
Confía en ti, ¡tú puedes!, atrévete a vencer el temor de afrontar cualquier situación; recuerda que tienes las cualidades, el conocimiento y las herramientas necesarias para hacer lo que tengas que hacer con valor, fortaleza y determinación. No te dejes afectar por la resistencia que experimentas al momento de tratar de resolver una situación difícil; no necesitas que otras personas resuelvan o se hagan cargo de tus asuntos, llénate de confianza, valor y entusiasmo y hazte cargo.
Los pilares de la autonomía son:
Perdona. Piensa que las personas que te descalificaron, o te manipularon en la niñez, lo hicieron por inconciencia y sin mala intención; perdónalos desde el corazón y libérate de esos recuerdos negativos del pasado. Libérate del resentimiento, suéltate y levanta vuelo.
Aumenta tu estima. Las personas que no se valoran lo suficiente, son incapaces de reconocer sus cualidades y mucho menos de hacer uso de ellas para afrontar y vencer las dificultades, para hacerlas parte del proceso que los lleve hacia la realización y la consecución del éxito personal. Además, una estima baja los hará vulnerables y susceptibles de buscar la aprobación o el reconocimiento de los demás.
Fortalece tu confianza. Es indispensable sentir confianza en nosotros mismos para afrontar la vida, con sus retos y las situaciones que se nos presentan. No podemos alcanzar las metas que nos hemos propuesto sin confiar en los recursos y las herramientas con las que contamos para hacerlo. En las relaciones con los demás, la confianza nos permitirá hacer nuestras propias elecciones, establecer límites y expresar nuestras ideas y sentimientos sin temor a quedarnos solos.
Refuerza tu fe. Esto te dará la fortaleza para afrontar lo inesperado, las dificultades, las críticas o el fracaso; te dará el impulso necesario para salir de nuevo a la superficie de la vida a pesar de haber tocado fondo. Seguridad no significa actuar con arrogancia o actuar como si fuésemos superiores a los demás, implica creer en nuestras ideas y proyectos y confiar en nuestros recursos y capacidad.
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