La mayoría de las personas luchan a lo largo de su vida por lograr una cierta independencia; es decir, por tener la posibilidad de ser ellos mismos sin necesidad de buscar o requerir la aprobación y el consentimiento permanente de los demás. Y, ciertamente, cuando somos muy jóvenes, no tenemos la madurez, la experiencia, la responsabilidad, ni siquiera el conocimiento necesario para autoconducirnos, a pesar de que siendo adolescentes pensamos que sí podemos hacerlo. Pero cuando llegamos a la etapa de adultos, cercanos a los cuarenta, donde ya hemos terminado con casi la mayoría de las responsabilidades y compromisos que consumen la mayor parte de nuestro tiempo, como: los estudios, la independencia económica, el pago de la hipoteca, los hijos… y contando al fin con la posibilidad de disfrutar de un cierto margen de tiempo de calidad para nosotros, algunas personas, aunque parezca extraño, eligen seguir viviendo vigilados, oprimidos o manejados por alguien, que les dice qué hacer, cómo deben actuar o comportarse y qué es lo más conveniente para ellos. Si tienes una pareja, unos hijos, unos amigos o unos padres que constantemente te corrigen, te critican, te analizan, te juzgan, te dicen que no o tratan de dominarte, diles que a menos que estés a punto de cometer un error grave o pongas en peligro tu integridad o la de los tuyos ¡te acepten como eres y te dejen ser!
Este es el momento para comenzar a vivir una nueva y diferente etapa de nuestra vida, donde podamos ser más auténticos, expresar con responsabilidad lo que pensamos y sentimos, revivir nuestros viejos sueños, practicar el hobbie que siempre quisimos, ser más espontáneos para hacer aquellas cosas que nos provocan, que nos inspiran o que nos relajan y, ¡ojalá!, tener el regalo de poder compartirlo con algún ser querido. ¿Qué estamos esperando para hacerlo?
Tal vez eres de las personas que piensa tanto lo que va a hacer, que termina quedándose donde está, repitiendo y conservando su mismo viejo estilo de vida, sin atreverse a tomar una decisión que le permita modificar o incluir un par de cambios en su rutina de vida, para darle más color, emoción y pasión a sus días.
La verdadera libertad llega a nosotros, como consecuencia de la madurez, la experiencia, la responsabilidad y la conciencia que hemos adquirido a través de los años, pues sólo entonces podemos ejercerla, sin que esto signifique evadir alguna de nuestras responsabilidades o hacer algo que atente contra nosotros mismos o contra los demás. En realidad, todo depende de la intención que tengamos y de la decisión valiente y entusiasta que tomemos de vivir como en realidad quisiéramos hacerlo.
¿Tienes ganas de bailar, de hacer teatro, de pintar, de vivir en otra ciudad, de comerte un helado con más frecuencia, de no bañarte un día, de quedarte un poco más en la cama de vez en cuando, de volver a leer tus viejas novelas de ficción o de acción, de ver con tu pareja tu película preferida varias veces?
Piensa en qué te impide hacerlo y busca la manera de resolverlo.
Para comenzar
Escribe las cinco cosas que más te gusta hacer. Proponte tener el tiempo y la disposición para analizar e investigar dónde, cómo, qué necesitas y cuándo vas a realizarlas.
Crea un espacio propio. Encuentra un lugar en tu casa donde puedas poner y tener los objetos, los colores, la música y las cosas que te hacen sentir bien. Un lugar donde otros no metan las manos y puedas encontrarte a salvo.
Sé tú mismo. Evita actuar para complacer siempre a los otros, inclúyete en la lista de pendientes y deseos por cumplir.
Abrete para experimentar. Atrévete a hacer cosas diferentes, sobre todo si van a hacerte sentir mejor. Si tú estás bien, todo lo que salga de ti será bueno para otros.¡Suelta el pasado, deja de preocuparte por el futuro, vive el presente, la vida es maravillosa, todo va a estar bien!
Jackie... : )
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