"Las mentiras que más caras se pagan son las que nos decimos a nosotros mismos"
Usualmente, no asisto a reuniones de negocios. Pero ayer no lo pude evitar, pasivamente hacía acto de presencia y, entre propuestas y contrapropuestas, al final ocurrió algo que me dejo sorprendida: mágicamente los rostros se suavizaron, el tono de voz bajó,las sonrisas aparecieron y la cordialidad llegó… Con un buen apretón de manos y un "de acuerdo", estas dos personas sellaron su trato. Uno dijo: "¿Necesitas que te firme algo?". Y la respuesta del otro me emocionó: "Contu palabra basta".
Hoy en día ya no se hacen compromisos, acuerdos o negocios de palabra, porque nadie confía en nadie, debido a la gran prevención que tenemos ante la actuación deshonesta de las personas, que se aprovechan de la ingenuidad o necesidad de los que confiaron en ellas. Y no hay nada tan terrible como tener que mantenernos a la defensiva, atentos y vigilantes del comportamiento o la actitud de otra persona, tratando de descubrir o de averiguar cuáles serán sus verdaderas intenciones, para evitar que nos roben o que abusen de nosotros. Sería maravilloso si todos fuésemos honestos, conscientes y responsables de nuestra palabra, actuación y compromisos en todo momento, pues, seguramente así, retornarían la confianza, la entrega y la tranquilidad a nuestras relaciones con los demás.
Para rescatar un valor importante para la reconstrucción de espacios a salvo en nuestra sociedad: la honestidad.
Usualmente, no asisto a reuniones de negocios. Pero ayer no lo pude evitar, pasivamente hacía acto de presencia y, entre propuestas y contrapropuestas, al final ocurrió algo que me dejo sorprendida: mágicamente los rostros se suavizaron, el tono de voz bajó,las sonrisas aparecieron y la cordialidad llegó… Con un buen apretón de manos y un "de acuerdo", estas dos personas sellaron su trato. Uno dijo: "¿Necesitas que te firme algo?". Y la respuesta del otro me emocionó: "Contu palabra basta".
Hoy en día ya no se hacen compromisos, acuerdos o negocios de palabra, porque nadie confía en nadie, debido a la gran prevención que tenemos ante la actuación deshonesta de las personas, que se aprovechan de la ingenuidad o necesidad de los que confiaron en ellas. Y no hay nada tan terrible como tener que mantenernos a la defensiva, atentos y vigilantes del comportamiento o la actitud de otra persona, tratando de descubrir o de averiguar cuáles serán sus verdaderas intenciones, para evitar que nos roben o que abusen de nosotros. Sería maravilloso si todos fuésemos honestos, conscientes y responsables de nuestra palabra, actuación y compromisos en todo momento, pues, seguramente así, retornarían la confianza, la entrega y la tranquilidad a nuestras relaciones con los demás.
Para rescatar un valor importante para la reconstrucción de espacios a salvo en nuestra sociedad: la honestidad.
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