domingo, 14 de junio de 2009

El estrés, enemigo oculto

"Respira profundo y suelta
todo aquello que cargas,
siéntete ligero y liviano,
dispuesto a experimentar
la aventura de la vida"

Hace unos días, la mamá de un
buen amigo sufrió inesperadamente
un ataque cardíaco. Yo sé que este
tipo de evento siempre nos sorprende
a todos, pero en su caso más, pues
es una mujer joven, delgada, con
un estilo de vida muy sano, una alimentación balanceada, una rutina
de ejercicios diaria y con todas sus necesidades cubiertas… hizo que
todos nos preguntáramos: ¿Y la
dieta? ¿Y el ejercicio? ¿Qué pasó?

Más tarde, analizando la situación, recordamos algunos episodios
familiares difíciles, pues supimos
que algunos de sus hijos están atravesando momentos duras,
unos tienen problemas económicos
y laborales, otros de tipo sentimental.
Al ser ella el centro emocional de su familia, pues está separada desde hace mucho tiempo, se fue cargando de estrés, con todas esas preocupaciones y emociones negativas, sin saber cómo manejarlas.

A pesar de que hemos leído y escuchado muchas veces acerca de la importancia que tiene para cada uno de nosotros aprender a canalizar el estrés y las emociones negativas para conservar nuestra salud y bienestar, no acabamos de hacer los cambios necesarios para conseguirlo.

Tal parece que necesitáramos que el dolor o la dificultad de lo inesperado se presente en nuestra vida para que podamos tomar la decisión de hacer algo al respecto, impulsados por el miedo.

Cuando somos incapaces de reconocer y expresar las emociones negativas, éstas
se quedan represadas dentro de nosotros, esperando el momento en que, a través de una reacción, puedan salir. Por eso es que, la mayoría de las veces, reaccionamos exageradamente frente a una situación que no tiene mayor importancia, porque lo hacemos cargados de toda esa emotividad que hemos acumulado con el tiempo.

Es necesario que aprendamos a canalizar y a liberar emociones como la ira,
el temor, la tristeza, la frustración y el resentimiento que llevamos por dentro.
Para lo cual, el perdón sigue siendo la herramienta por excelencia, que
nos permite sanar emocionalmente y recuperar nuestro bienestar.

Motivada por esta historia que conozco muy de cerca, decidí examinar mis recuerdos para asegurarme de que estuvieran limpios de malas emociones; descubriendo que todavía tenía asuntos pendientes por limpiar algunos de ellos, pues al revivirlos aún sentía algún malestar. Para liberarlos comencé una terapia del perdón; pero no con la intención de liberar a los otros de la responsabilidad de sus acciones equivocadas, sino con el deseo de liberarme yo, para siempre, de cualquiera de las emociones negativas que pudieran empañar mi alegría y capacidad de disfrutar de todos los regalos esenciales que me da la vida.

No vale la pena, vivir apegados al recuerdo de los momentos difíciles y dolorosos que pasamos; tampoco tiene sentido mantener el recuerdo vivo de las personas
que nos causaron daño, y, mucho menos, vivir preocupados y ansiosos por las situaciones que experimentan nuestros seres queridos, pues esto significaría
dudar de la capacidad que ellos tienen de manejarlas y superarlas. Cuando
no está en nuestras manos resolver algo, debemos soltar y confiar tanto
en La Divinidad como en las personas que si están a cargo de hacerlo.

Ya es tiempo de soltar, dejar atrás y sanar conscientemente. De pasar la página,
de manera que sólo nos quede el aprendizaje ganado de cada experiencia. Confiemos en que nuestras personas queridas tienen la capacidad y las herramientas necesarias para salir adelante y asegurémonos de estar ahí para brindarles nuestro apoyo en caso de que lo necesiten. Mientras tanto, vivamos
con más tranquilidad el presente, llenos de ganas de vivir y de disfrutar
al máximo de cada momento de la vida.

Decálogo
para el emocional


Conócete más

Conocer mejor nuestras debilidades y fortalezas nos permitirá tener un mayor sentido de realidad. Inicia un proceso de auto observación que te permita saber cómo te sientes frente a cada situación.


Vive el presente

El ahora es el único tiempo que existe. Recuerda que el pasado ya
pasó y que el futuro no ha llegado todavía. Acepta tu historia personal
tal como es y centra tu atención en vivir el momento presente.


Exprésate positivamente

Para que puedas evitar el acumular ira y resentimiento, aprende
a expresar lo que piensas y sientes asertivamente. Hazlo con un
lenguaje claro y objetivo.

Aprende a perdonar
Llénate del amor hacia tus seres queridos para que puedas comprender
la limitación de las personas que te hicieron daño, así podrás perdonarlas con más facilidad. Perdona para que las emociones negativas que
te envenenan salgan de ti.


Acepta a las otras personas tal como son

No quieras cambiar la actitud y el comportamiento de los demás. Acéptate
a ti mismo y a los otros con sus cualidades y limitaciones. Centra tu
atención en la afinidad y en las semejanzas que tienes con ellos.


Busca siempre el aspecto positivo de cada situación

Aunque tú o una persona querida se encuentre atrapada dentro de una situación difícil, busca y resalta el aspecto positivo para que te sea más sencillo resolverla.

Renuncia a los pensamientos negativos
Comienza a pensar y a actuar en positivo. Sal de los pensamientos que te causan dolor, ira y temor y cultiva los que te generan paz interior y te motivan a practicar el perdón y la reconciliación.

Ten una rutina de ejercicios
Caminar al aire libre y a buen paso te ayudará a liberar las tensiones, a oxigenarte un poco y a ganar vitalidad. Crea una rutina y practícala con disciplina.


Realiza actividades divertidas

Haz una lista con todas las actividades que siempre quisiste hacer y que te parezcan relajantes y divertidas. Incluye algunas en tu agenda para que puedas alternar la actividad con la diversión.


Resta importancia a las cosas que no la tienen

Aprende a diferenciar entre una situación importante y otra que no lo es. Recuerda que en la medida en que mantengas la serenidad y la confianza en ti mismo, podrás afrontar lo inesperado de mejor manera.

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