Las circunstancias sólo te afectan cuando no estás en presente, porque te enfrentas a ellas desde el mal recuerdo de lo que viviste en el pasado o desde la inquietud que te produce el futuro, y esto afecta tu perspectiva, activándose tus prejuicios, dudas y temores. Cuando no te encuentras en presente, las situaciones te afectan con más facilidad porque las interpretas a través de tus emociones, y no con la mente clara y limpia que te permita analizarlas con objetividad para minimizar su aspecto negativo y resaltar el positivo, teniendo así, una mayor probabilidad de solucionarlas o manejarlas de una mejor manera.
Vivir en presente no significa renunciar a tus metas ni tampoco perder tus recuerdos positivos a los que deberías conectarte cada vez que necesites recuperar la confianza o el optimismo; implica sólo aprender a focalizar la mayor parte de tu atención en cada cosa que haces en el momento para tener toda la claridad mental, la serenidad y la sensibilidad que necesites para tomar lo mejor de cada evento y minimizar la dificultad o el dolor presentes en él, de manera que puedas aceptarlo o resolverlo más fácilmente.
Para estar aquí y ahora
Ubícate en el presente. Frecuentemente, a lo largo del día, practica un ejercicio de ubicación. Usando como punto de referencia el lugar donde te encuentras o la actividad que realizas, reconoce y describe mentalmente todos los detalles y siéntete en control de la situación en el ahora.
Mantente concentrado. Cada vez que tu mente se distraiga, llevándote a recordar el pasado o a imaginar el futuro, tráela con tu voluntad al momento presente y concentra la atención en cada cosa que haces. No importa cuántas veces tengas que hacerlo, recuerda que es como un entrenamiento y toma tiempo.
Aprende a relajarte. La relajación es solamente hacer una pausa, cerrando los ojos y tratando de poner nuestra mente en blanco, sin pensar en el pasado ni en el futuro, sólo atendiendo a lo que experimentas en el presente. Tu cuerpo, mente y espíritu se relajarán y se reubicarán en el presente sin el peso del pasado ni la incertidumbre del futuro, obteniendo así serenidad, balance y claridad mental.Planifica tu agenda diaria. Para poder concentrar tu atención en el momento presente, es importante que aprendas a organizar tu día, preferiblemente la noche anterior, con la calma del descanso y anticipando lo que tendrás que hacer al día siguiente. Toma en cuenta desde los asuntos pendientes más pequeños, hasta los compromisos más grandes.