Dios quiere confortar nuestra alma a través del perdón y su aceptación y también quiere guiarnos en nuestro camino. Pero como hemos visto, es importante buscar su guía a través de la fe sin esperar respuestas mágicas o antinaturales.
También hemos hablando de los valles de la vida que son los momentos de problemas. Y también es allí donde vemos que la compañía de Dios que sigue siendo fiel.
La voluntad de Dios se interpreta sintonizándolo, teniendo una comunión con su espíritu de forma personal. Tal como la Biblia dice en San Juan 10:27-30: “Mis ovejas reconocen mi voz, es por eso que me siguen y la obedecen.”, tenemos que buscar a Dios y aprender a distinguir su voz para poder seguirla.
En la clase de hoy, nos enfocaremos en el versículo 5 del Salmo 23. Hablaremos acerca de la unción del pastor con sus ovejas y de la similitud con el cuidado que el Señor tiene por nosotros. En otras palabras, hablaremos de la solución de Dios a las cosas de esta vida que nos han causado daño.
Lamentablemente, las heridas que más dolor traen son de personas cercanas y queridas, de familiares y personas de confianza. Tal vez son golpes intencionales o no, provocados por una palabra o una mala actitud. Pero lo cierto es que no es lo mismo que un desconocido nos falte el respeto a que lo haga alguien a quien le hemos abierto el corazón. Y cuanto más si esa persona es un padre o alguien a quien admiramos.
Aquí el Señor toca este tema y dice: Yo te voy a cubrir con mi protección, te voy a ungir con mi aceite.
Sin embargo hay actitudes que no debemos tomar cuando nos hemos sentidos estafados o profundamente lastimados, pues nos llevarán a peores consecuencias. Lo que debemos evitar es:
- Ignorar el dolor. Es decir que no nos pasa nada cuando por dentro estamos destruidos.
- Minimizarlo. Es cuando nos queremos convencer de que lo ocurrido no es de mayor importancia cuando en realidad me está llevando a tomar malas decisiones.
- Proyectarlo para adelante. Es asentir que lo que hemos sufrido nos ha devastado pero que no es tiempo de resolverlo sino que esperaremos que en el futuro se solucione.
- Escapar. Es tratar de evitar tanto sufrimiento tapándolo con otra cosa o huyendo (Salmo 55:4-7)
- Repasar una y otra vez lo ocurrido. Esto le da lugar al resentimiento y la amargura en el corazón y no permite que podamos madurar sino, por el contrario, que no podamos dejar el pasado atrás.
La amargura detiene tu futuro
Una persona con un corazón lleno de resentimiento, es alguien que no puede ser estable en sus emociones. Su presente está marcado por el dolor del pasado. Es tiempo de enfrentar de la mano de Jesús al pasado y dejar que él unja las heridas con su aceite.
En el Salmo 39:2 habla de esto; no es cuestión de callar sino de confesar a quienes puedan ayudarme a salir del pasado.
David estaba tan lleno de preocupaciones y problemas que prefería escapar (Salmo 55:3-7). Y ¿Quién no ha pensado en huir en momentos de dolor? Sin embargo hay quienes buscan el escape escondiéndose detrás de vicios o de cubrirse de actividades que lo “ayuden a no pensar”. Otros se cubre detrás de un carácter agresivo para no volver a ser lastimados o bien a través de máscaras que esconden verdaderamente su real condición. Pero más allá de todo lo que te hayan hecho, hoy Dios te puede sacar de cualquier pozo de desesperación y llevarte a vivir una vida de victoria!
En Santiago 5:16 hay un secreto: la confesión y la oración. Es la oración de fe la que abre el corazón de Dios. Si estás dolido, confiésalo a pastores, a personas que los pastores designen y a Dios mismo. La clave es abrir el corazón. Puedes tener una vida diferente!
Es tiempo de clamar al Señor y decirle: ¡Enséñame a salir del dolor! No permitas que tu pasado gobierne tu presente. Suelta el dolor, renuncia al resentimiento y podrás vivir en libertad.
El pastor ungía a sus ovejas y con ese aceite sanaba las heridas de los depredadores y también le ayudaba a repeler los insectos que también le provocaban heridas profundas. Dios es tu pastor y quiere sanar tu pasado y llevarte lejos de quienes quieran dañarte en el presente! Confía y abre tu corazón porque el Señor está atento a tu oración!
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