Toda acción se origina en el lugar donde te encuentras ahora, en el momento presente. El pasado no se puede modificar porque ya está hecho, el futuro no lo puedes manejar porque no existe todavía, sólo puedes cambiar el presente con cada elección y acción que realizas. El presente es tu única oportunidad para reflexionar, corregir los errores, elegir y actuar de acuerdo a tus valores, creencias y metas personales. Para estar en presente lo más importante es que tu mente se ubique en el aquí (lugar) y el ahora (tiempo); no permitas que divague, que escape al recuerdo de algún momento pasado y difícil o que vuele hacia el futuro llenándote de incertidumbre y temor, porque esto significaría que estás fuera de tiempo y que perdiste temporalmente el control de tu vida, quedando a merced de tus pensamientos y emociones negativas.
Las circunstancias sólo te afectan cuando no estás en presente, porque te enfrentas a ellas desde el mal recuerdo de lo que viviste en el pasado o desde la inquietud que te produce el futuro, y esto afecta tu perspectiva, activándose tus prejuicios, dudas y temores. Cuando no te encuentras en presente, las situaciones te afectan con más facilidad porque las interpretas a través de tus emociones, y no con la mente clara y limpia que te permita analizarlas con objetividad para minimizar su aspecto negativo y resaltar el positivo, teniendo así, una mayor probabilidad de solucionarlas o manejarlas de una mejor manera.
Vivir en presente no significa renunciar a tus metas ni tampoco perder tus recuerdos positivos a los que deberías conectarte cada vez que necesites recuperar la confianza o el optimismo; implica sólo aprender a focalizar la mayor parte de tu atención en cada cosa que haces en el momento para tener toda la claridad mental, la serenidad y la sensibilidad que necesites para tomar lo mejor de cada evento y minimizar la dificultad o el dolor presentes en él, de manera que puedas aceptarlo o resolverlo más fácilmente.
Las circunstancias sólo te afectan cuando no estás en presente, porque te enfrentas a ellas desde el mal recuerdo de lo que viviste en el pasado o desde la inquietud que te produce el futuro, y esto afecta tu perspectiva, activándose tus prejuicios, dudas y temores. Cuando no te encuentras en presente, las situaciones te afectan con más facilidad porque las interpretas a través de tus emociones, y no con la mente clara y limpia que te permita analizarlas con objetividad para minimizar su aspecto negativo y resaltar el positivo, teniendo así, una mayor probabilidad de solucionarlas o manejarlas de una mejor manera.
Vivir en presente no significa renunciar a tus metas ni tampoco perder tus recuerdos positivos a los que deberías conectarte cada vez que necesites recuperar la confianza o el optimismo; implica sólo aprender a focalizar la mayor parte de tu atención en cada cosa que haces en el momento para tener toda la claridad mental, la serenidad y la sensibilidad que necesites para tomar lo mejor de cada evento y minimizar la dificultad o el dolor presentes en él, de manera que puedas aceptarlo o resolverlo más fácilmente.
Para estar aquí y ahora
Ubícate en el presente. Frecuentemente, a lo largo del día, practica un ejercicio de ubicación. Usando como punto de referencia el lugar donde te encuentras o la actividad que realizas, reconoce y describe mentalmente todos los detalles y siéntete en control de la situación en el ahora.
Mantente concentrado. Cada vez que tu mente se distraiga, llevándote a recordar el pasado o a imaginar el futuro, tráela con tu voluntad al momento presente y concentra la atención en cada cosa que haces. No importa cuántas veces tengas que hacerlo, recuerda que es como un entrenamiento y toma tiempo.
Aprende a relajarte. La relajación es solamente hacer una pausa, cerrando los ojos y tratando de poner nuestra mente en blanco, sin pensar en el pasado ni en el futuro, sólo atendiendo a lo que experimentas en el presente. Tu cuerpo, mente y espíritu se relajarán y se reubicarán en el presente sin el peso del pasado ni la incertidumbre del futuro, obteniendo así serenidad, balance y claridad mental.Planifica tu agenda diaria. Para poder concentrar tu atención en el momento presente, es importante que aprendas a organizar tu día, preferiblemente la noche anterior, con la calma del descanso y anticipando lo que tendrás que hacer al día siguiente. Toma en cuenta desde los asuntos pendientes más pequeños, hasta los compromisos más grandes.
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