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"Todos podemos ser maestros y discípulos a la vez, si estamos lo suficientemente abiertos y atentos para reconocerlo"
Cuando no logramos tener relaciones personales satisfactorias, casi siempre terminamos pensando que es por culpa de los demás. No nos damos cuenta de que, tal vez, sean nuestra actitud y comportamiento equivocados, lo que nos mantiene alejados de ellos. Asumimos que lo estamos haciendo bien, que somos muy competentes y que son las demás personas las que deben cambiar su postura.
¿Te sientes solo en medio de un mundo lleno de personas diferentes a ti? ¿Te parece que nadie te entiende? Cuando una situación se repite en nuestra vida más de un par de veces es porque todavía tenemos que algo que aprender a través de ella. Y si diferentes personas, en momentos y lugares distintos, nos hacen el mismo comentario negativo o se comportan con nosotros de la misma mala manera, es porque los atraemos a nuestra vida con nuestra actitud y nuestro comportamiento para resolver algún asunto pendiente, para aprender algo, para cambiar alguna creencia o programación mental o para soltar y pasar la página definitivamente. Todos podemos ser maestros y discípulos a la vez, si estamos lo suficientemente abiertos y atentos para reconocerlo; así, lograremos salir de las situaciones difíciles más fácilmente y sin que nos lastimen tan profundamente, habiendo aprendido algo nuevo.
Cuando te encuentres otra vez en la misma situación, pregúntate: ¿qué puedo aprender de lo que me está pasando? ¿Qué es lo que estoy haciendo para estar de nuevo en esta situación? Porque sólo entendiendo que somos parcialmente responsables de lo que vivimos, podemos iniciar un trabajo de autoobservación que nos lleve a encontrar aquellas actitudes, comentarios o comportamientos negativos que pudieran ser la causa de los problemas que tenemos con otras personas en el trabajo o en la vida cotidiana, para cambiarlos por otros que nos estimulen a tener mejores relaciones personales. Si actuamos con sinceridad, educación y buen humor, seguramente ampliaremos nuestro círculo de amistad.
Claves para mejorar nuestra comunicación
Elegir las palabras al momento de expresarnos. Tener claro el mensaje que deseamos enviar y escoger las palabras o las frases más adecuadas para hacerlo, evitará que digamos cosas sin pensar y que puedan ser interpretadas de una manera equivocada.
Cuidar el tono emocional en la voz. Es muy importante estar atentos para no acompañar nuestros comentarios con emociones negativas, cargadas con el estrés y la tensión de nuestros procesos personales. Recordemos que los demás no tienen nada que ver con lo que nos pasa en otras áreas de la vida.
Ser conscientes de la expresión corporal. Muchas veces la expresión de nuestro rostro dice más que muchas palabras. Relaja tu cara, afloja el entrecejo y aunque la conversación que vas a tener sea seria dibuja una media sonrisa en tu rostro para suavizar tu expresión. Relaja tu cuerpo y evita realizar movimientos involuntarios que delaten tu tensión.
Evita los comentarios personales. Si la conversación es sobre trabajo, evita mezclarla con comentarios personales. Cuídate de no usar frases ácidas o con un doble sentido. Es preferible encontrar un momento aparte para hablar con esa persona con la que tienes un desacuerdo, y solucionarlo directamente.
Revisa tu nivel de exigencia. A veces somos muy exigentes con nosotros mismos y con los demás. Es posible que sin ser conscientes de ello, les exijamos a las otras personas mucho más de lo que en realidad pueden dar. Por eso es importante reconocer y aceptar las características personales de los demás.
Acércate a los demás con una sonrisa. En lugar de esperar a que las otras personas tomen la iniciativa de acercarse a nosotros, usemos un comentario casual y positivo, una frase amable o un cumplido para propiciar un acercamiento. Recordemos que mantener una actitud positiva, optimista y entusiasta siempre nos ayudará a iniciar relaciones con más facilidad.
No podemos dejarnos atrapar por las emociones negativas, mucho menos por los comentarios que llevan la intención de encender en nosotros el miedo y la agresividad. No es con más violencia como vamos a recuperar el balance y la paz que tanto deseamos.
Hace falta poner un poco de distancia entre nosotros y la situación que nos afecta, de manera que podamos aquietar nuestras emociones y recuperar la claridad mental que nos permita observarla en su dimensión real, para manejarla y encontrar las herramientas que nos permitan resolverla y superarla.
Mientras más nos dejemos afectar y llenar de ideas y emociones negativas, más confusión tendremos al momento de analizar objetivamente la situación para resolverla, convirtiéndonos en víctimas inconscientes de aquellos que nos manipulan para su propio beneficio. ¡Mantengamos la calma! Recordemos que todo lo que sucede representa una oportunidad para aprender algo que necesitamos. Preguntémonos: ¿qué puedo hacer para aportar una idea o una acción concreta para darle solución a esta situación?
Detengámonos a tiempo de no seguir repitiendo actitudes y comportamientos que en lugar de ayudarnos a solucionar los conflictos y a recuperar la paz y el bienestar, contribuyan con el mantenimiento y la gravedad del mismo.
Muchas veces una sencilla acción hecha con conciencia y buena intención, sin pedir o esperar nada a cambio, nos beneficia más que cualquier otra práctica compleja para aumentar nuestro bienestar. Cuando sentimos compasión, cariño, solidaridad, culpa, obligación… cualquiera de estos sentimientos nos impulsa a compartir parte de nuestra energía, tiempo o dinero.
No tienes que realizar grandes acciones y sacrificios para compartir un poco de generosidad con otros. Una pequeña acción, positiva y concreta, dirigida a brindar nuestra ayuda y apoyo, puede ser suficiente para suavizar sus vidas e iluminar la nuestra.
En la medida en que logras alinear tus actos cotidianos con los valores esenciales, adquieres mayor fortaleza y mejoras tu relación con las personas que te rodean. Anímate a compartir un poco más cada día y te sentirás mucho más feliz y saludable. Hay pocas actitudes tan satisfactorias como la de celebrar el éxito, el logro y la felicidad de los demás. Algunos piensan que si los otros son felices, ellos tendrán menos felicidad para disfrutar.
Inclusive los pensamientos de egoísmo y avaricia nos hacen creer que deberíamos cerrar y blindar nuestro círculo de bienestar y prosperidad, para no correr el riesgo de que otros nos quiten lo que con tanto esfuerzo hemos atesorado.
Otros piensan que no disponen de nada para dar, pues sus recursos materiales son limitados. El dinero es lo más fácil de aportar, pero siempre podemos animarnos a brindar alegría, apoyo, cariño, experiencia y conocimiento, permitiéndonos realmente experimentar la sensación de lleno y plenitud que produce dar.
Se ha demostrado que aquellas personas que ayudan o le prestan algún tipo de servicio a otros que se encuentran en una condición o situación de mayor limitación, aumentan y fortalecen la confianza en sí mismos, la autoestima y el aprecio por la vida. A menudo nos ocurre que ayudamos a otros en aquellas áreas en las que estamos más carentes y necesitados. Deja de esperar y comienza a dar, para que sea la vida la que encuentre los instrumentos idóneos para devolvértelo en el momento justo. Siéntete dispuesto y disponible a brindar tu apoyo a través de una palabra, un gesto, un detalle o una acción generosa y desinteresada dirigida a suavizar la vida o el momento de otra persona.
Maneras sencillas de practicar el dar
Dile muchas veces a tus seres queridos que los quieres.
Ponte en el lugar de la otra persona para comprenderle.
Haz un trabajo voluntario y desinteresado.
Enseña a tus hijos, con el ejemplo, a compartir.
Practica el perdón desde el corazón.
Sostén la puerta para que otros pasen.
Quédate unos minutos más en la oficina para
ayudar a un compañero a terminar su trabajo.
Cede el puesto a una persona que lo necesite.
Ofrécete para cuidar o recoger a los hijos de un amigo.
Escucha con atención e interés cuando te hablen.
Sirve como un elemento de reconciliación.
Ayuda a una persona que va cargada con sus paquetes.
Comparte las buenas noticias.
Compra algo de comida para alguien que tenga hambre.
Comparte frases de reconocimiento con quienes prestan un servicio
o hacen un trabajo con excelencia.