La farmacia Tong Ren Tang, nacida en 1669 para abastecer exclusivamente a los emperadores chinos, hoy cuenta con decenas de sucursales y se ha convertido en un punto de visita obligada de turistas y enfermos.
Esta farmacia, ahora abierta a todos los públicos, sigue defendiendo la medicina tradicional y los métodos que apenas han cambiado en 2.500 años.
Situada en la castiza calle de Dazhalan, al sur de la Plaza de Tiananmen, la farmacia original de la compañía, hoy con decenas de sucursales, es punto de peregrinación de turistas, pacientes que van a su consulta y compradores de remedios fabricados con ginseng, cuernos de ciervo o caballitos de mar, entre otras materias.
Flanqueada por tiendas de té, seda y restaurantes que también llevan abiertos desde la época imperial, la farmacia no sólo es un monumento histórico, sino también una de las principales impulsoras de la medicina tradicional china, que sigue siendo popular en el país asiático pese al auge de la occidental.
“El los últimos 100 años ha habido una tendencia a imitar a Occidente, y pocos chinos entienden las teorías de la medicina China, pero en los últimos años se está recuperando esta cultura”, señaló Guan Qingwei, director de la farmacia y reconocido doctor de esta disciplina.
Sentado en su despacho junto a un retrato de Mao saludando a uno de sus antecesores en el cargo, Guan es un apasionado de la filosofía médica china, que según él no es sustitutoria ni alternativa de la occidental, sino complementaria.
“La Medicina Tradicional China es un sistema de equilibrios y balances, que estudia la relación entre la persona, la naturaleza y la sociedad. Enfatiza el reajuste de su propio cuerpo y está basada en la armonía, núcleo de nuestra cultura”, explica.
“La occidental es un sistema de “resistencia”, que estudia la enfermedad y cómo puede matar los virus o bacterias. La china no sólo se basa en lo microscópico, es un reajuste completo”, añade.
La leyenda dice que esta medicina nació hace dos milenios de mano de Shen Nong, mitad emperador, mitad héroe legendario, que empezó a probar distintas plantas y animales para curar.
La pura práctica fue la que con el paso de los siglos determinó qué medicinas valían para qué males, aunque sobre todo destaca su carácter preventivo: mantener la salud y evitar contraer enfermedades.
La medicina china ha mantenido en los últimos tiempos su popularidad: muchos chinos usan sus productos, menos agresivos para el organismo que los occidentales, para mantenerse sanos.
El doctor Guan también defiende la validez de la medicina tradicional para las enfermedades que preocupan al planeta, como el sida o la gripe aviar, y China investiga estas aplicaciones.
Guan proclama el auge de la medicina china, pero lo cierto es que también surgen voces en su contra, como las de los ecologistas, que denuncian el uso de partes de animales en extinción para la fabricación de fármacos chinos, como los medicamentos hechos de osamentas de tigre para fortalecer los huesos.
El médico asegura que la medicina china ha evolucionado en los últimos 30 años, desde que se tomó conciencia del peligro de extinción de muchas especies, y “algunas ya está prohibido usarlas, mientras que en otros casos se han sustituido por animales domésticos”.
A veces, sin embargo, el problema no acaba de solucionarse: sucede por ejemplo con la bilis de oso, usada en medicinas contra el cáncer y males digestivos y que es extraída ahora en animales recluidos en granjas, viviendo en penosas condiciones.
La misma Tong Ren Tang impulsa esta expansión, y ya ha abierto franquicias en el extranjero, ahora con 20 filiales en países como EU, Malasia, Tailandia, Singapur, Filipinas o Canadá.
Curiosamente, uno de los países que se resiste en aceptar la entrada de Tongrentang y su medicina tradicional, según reconoció el propio doctor, es Grecia, una de las cunas de la sabiduría médica occidental. El Dr. Guan agregó que “con el aumento de la influencia china, la medicina china será aceptada por el mundo”.
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Fuente: El Economista/México, con información de EFE
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