¿Te atreves a decir lo que piensas?, ¿vives tu vida como quieres o esperas la aprobación de otros?, ¿te importa la opinión de los demás?, ¿te atreves a decir no?, ¿amas sin vigilar a tu pareja?, ¿te avergüenzas de ti por lo que eres y no tienes?, ¿te sientes inseguro para resolver los problemas que se te presentan?, ¿sientes que no perteneces?... Si contestas positivamente a la mayoría de estas preguntas, te hace falta un poco de autoestima.
Cuando tenemos una estima baja, tratamos de mostrar una imagen idealizada de nosotros mismos a los demás, ocultando todo aquello que consideramos defectos o debilidades. Nos pasamos la vida imitando a otros o esperando su aprobación, hasta que perdemos nuestra propia identidad, y empezamos a ser quienes no somos en realidad.
El primer paso para recuperar la identidad y aumentar nuestra estima consiste en aceptarnos tal y como somos para reencontrarnos y reconciliarnos con nosotros mismos. Aceptarnos implica mirarnos como en un espejo para reconocer y aceptar lo que vemos reflejado en él con sus cualidades y limitaciones; significa mirarnos con ojos amorosos, con tranquilidad y confianza. Eso somos y nada más, sin juzgarnos, sin calificarnos.
Debemos aprender a ver más allá, a identificar a ese ser maravilloso, generoso, amable que está confundido porque ha sido maltratado muchas veces, inclusive por nosotros mismos, ese ser especial y auténtico que no dejamos expresar por miedo a ser rechazados. Poco a poco debemos dejar de mirar al patito feo, para permitir que ese cisne majestuoso que está dentro de cada uno de nosotros salga, recordando nuestro origen Divino, pues hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios.
Deja de sufrir por pequeñeces, deja de esperar a que otros te aprueben y te califiquen, tú eres un ser especial, tal vez diferente, pero en eso reside tu fuerza y tu esencia.
PARA FORTALECER TÚ AUTOESTIMA
Acepta tu pasado. Libérate de los recuerdos negativos, vive tu duelo y perdona. El perdón es la clave para sanar tus heridas y dejar todo lo pasado atrás. Conserva sólo el aprendizaje de cada experiencia.
Mantente en el presente. No permitas que tu mente te lleve a revivir las experiencias difíciles de tu vida. Mantén tu atención en el presente y aprende a vivir momento a momento, atento a reconocer las oportunidades y las cosas buenas que llegan a ti cada día.
Sí se puede. Tanto si piensas que puedes o que no puedes lograr lo que te propones, siempre tendrás la razón. ¡Prepárate para ser un triunfador! Recupera la confianza en ti mismo y retoma tus sueños, nunca es tarde para hacerlo. Prepara una estrategia y cumple con cada uno de los pasos necesarios para conseguir tus metas.
Fortalece tu confianza. Es indispensable sentir confianza en nosotros mismos para afrontar la vida. Tienes los recursos y las herramientas que necesitas para hacerlo. En la relación con los demás, atrévete a hacer propias elecciones, a establecer límites y a expresar tus ideas y sentimientos sin temor a quedarte solo.
"PRIMERO DEBES CONOCERTE, ACEPTARTE CON TUS PUNTOS FUERTES Y DÉBILES, PARA VALORARTE Y CONFIAR EN TI MISMO... Y, LUEGO, SALIR AL MUNDO PARA CUMPLIR CON TU PROPÓSITO ESENCIAL, SIN IMPORTAR LO QUE DIGAN" |
Una historia PARA COMPARTIR
"'Maestro, vengo porque siento que no valgo nada, mis padres y mis profesores me gritan todo el tiempo que soy inútil, que soy torpe e incapaz. Mis hermanos me maltratan y siento que no me quieren. No tengo amigos y los pocos que he tenido se aprovechan de mí, se burlan y me ponen a hacer las cosas más ruines a cambio de estar con ellos. Maestro, ¿cómo puedo cambiar mi vida? ¿Qué puedo hacer para que los demás me valoren y me aprecien?'.
El Maestro, sin mirarlo siquiera, le dijo: 'Disculpa, muchacho, pero ahora estoy muy ocupado resolviendo mis propios asuntos, quizás en otro momento', y haciendo una pausa, agregó: 'Si quieres ayudarme, después yo podría colaborar y tratar de resolver lo tuyo'.
'Encantado, Maestro', tartamudeó el joven, sintiendo que, una vez más, era desvalorizado y sus peticiones rechazadas.
Entonces, el Maestro se quitó un anillo que llevaba en el dedo meñique y dándoselo al muchacho, le dijo: 'Ve al mercado y vende este anillo, es muy importante que lo vendas por el mayor precio posible, y no aceptes menos de una moneda de oro'.
El muchacho fue al mercado pensando que un maestro tan pobre no tendría un anillo de gran valor, lo más seguro es que esa baratija no valdría mayor cosa, pero a pesar de sus inquietudes comenzó a ofrecerlo con timidez.
Cuando mencionaba la moneda de oro que quería por él, la gente se reía y se burlaba de él; otros, simplemente, volteaban la cara y seguían su camino. Tan sólo un anciano fue lo bastante amable para decirle que una moneda de oro era demasiado por ese anillo. Alguien le ofreció una moneda de plata y una olla de cobre, pero nuestro apocado amigo rechazó la oferta y regresó frustrado donde el Maestro.
'Señor, lo siento, pero ninguna persona quiso darme la moneda de oro que usted quería, no pude engañar a nadie con el verdadero valor de ese anillo, para todos es una baratija'.
'Eso que has dicho es muy importante, hijo', contestó sonriendo el Maestro. Debemos conocer primero el verdadero valor de ese anillo. Ve al joyero, ¿quién mejor para saberlo? Pregúntale cuánto puede darte por él, pero sin importar lo que te ofrezca, no lo vendas, vuelve aquí con mi anillo'.
El joyero examinó el anillo con detenimiento a la luz del cantil, lo revisó con su lupa, lo pesó y, luego, le dijo al chico: 'Este anillo es una joya muy valiosa, puede tener un precio en el mercado de sesenta monedas de oro. Si tienes prisa -dijo el joyero con ojos de avaricia-, puedo darte cincuenta y ocho monedas de oro ya mismo'.
El joven no lo podía creer, sesenta monedas de oro y la gente del mercado se perdió esa oportunidad… entonces, corrió emocionado donde el Maestro a contarle lo sucedido.
'Siéntate', le dijo el Maestro después de escucharlo. 'Tú eres, en verdad, como este anillo, una joya valiosa y, como tal, sólo puede valuarte un experto'".
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