Un estudio sugiere que adoptar una alimentación reducida en grasa o de estilo mediterráneo después de un infarto mejoraría significativamente la salud cardiovascular.
Ambas dietas aportan cantidades similares de proteína, carbohidratos, colesterol y grasas saturadas, pero la opción mediterránea proporciona cantidades más altas de grasas monoinsaturadas "saludables", en especial los ácidos grasos omega 3 del pescado.
Cualquiera de las dietas, cuando se cumple con igual intensidad, puede ser un elemento efectivo de los cambios del estilo de vida después de un infarto, afirmaron los autores del estudio.
Los pacientes con un primer infarto que cumplieron esas dietas durante cuatro años mostraron una reducción significativa del riesgo de sufrir nuevos problemas cardiovasculares, halló el equipo dirigido por la doctora Katherine R. Tuttle.
Comparados con los pacientes con un primer infarto que recibieron atención estándar, el riesgo de muerte o problemas cardiovasculares "fue un 70 por ciento menor en los participantes que recibieron la intervención alimentaria", dijo Tuttle a Reuters Health.
El equipo, del Sacred Heart Medical Center y la University of Washington, reunió a 50 pacientes que cumplieron estrictamente la dieta Step II de la Asociación Estadounidense del Corazón (reducida en grasa) y a 51 personas que siguieron la dieta mediterránea.
Los hombres y las mujeres habían tenido el primer infarto dentro de las seis semanas del inicio del estudio y recibieron asesoramiento nutricional individual y grupal durante 24 meses. Se los alentó también a hacer ejercicio, adelgazar y a dejar de fumar.
A los cuatro años, el equipo halló que ocho personas en cada intervención alimentaria tuvieron un segundo infarto, angina inestable (dolor de pecho en esfuerzo) o accidente cerebrovascular (ACV). Ninguno murió.
Cuando los autores evaluaron a un grupo similar de 101 pacientes con un primer infarto, que no había participado en el estudio, pero recibió atención habitual, hallaron que 33 sufrieron un segundo infarto, insuficiencia cardíaca, angina inestable o ACV y siete murieron (tres por problemas de corazón).
Aunque estos resultados pertenecen a un pequeño grupo poblacional, el equipo opina que reflejan una experiencia en el "mundo real" porque los participantes llevaron y prepararon sus propios alimentos.
La participación activa en un plan alimentario mediterráneo o reducido en grasa sería una "elección prudente" para las personas con alto riesgo de sufrir problemas cardiovasculares, concluyó el equipo. |
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