La historia de Daniela y PatriciaDaniela y Patricia no se conocen. La primera tiene 26 años, la segunda acaba de pasar los 50. Una está terminando su doctorado, otra ya tiene casi treinta años como enfermera. Daniela comienza a transitar los caminos de la juventud. Patricia está a punto de jubilarse. Estas dos mujeres comparten una misma realidad. Sus historias son tan distintas y tan iguales que quien las lea podrá entender que cualquiera es susceptible de enfrentarse a lo que ellas: vivir con VIH.
"Hace 10 años sufrí dengue hemorrágico y me hicieron una transfusión. Tenía 16 años y la sangre que me colocaron estaba infectada. Cuatro años más tarde, a los 20, me hice una prueba y me diagnosticaron que tenía VIH". Así comienza el relato de Daniela, para quien enterarse de que era seropositiva no fue nada fácil. "Fue súper duro, estaba iniciando mi carrera en la universidad y, además, por todo el desconocimiento que rodea el tema, lo primero que pensé es que me iba a morir. No escuchaba razones de quienes me decían que no era así. Vivir con VIH y ser mujer, y, además, ser heterosexual, acarrea una marca social muy fuerte. La gente sigue siendo muy cerrada e ignorante y cuando te diagnostican inmediatamente te estigmatizan: te dicen que eres una promiscua, una prostituta e, incluso, te culpabilizan diciendo que algo malo habrás hecho para que Dios te castigara. Sin embargo, considero que lo manejé bastante bien. Después de que me enteré de que es una situación de salud crónica controlada y de que con medicamentos a tiempo puedes llevar una vida normal, pues seguí adelante".
Patricia, con dos hijos y una sola pareja, no se cuidaba cuando mantenía relaciones sexuales. "Yo vivía con el papá de mis hijos, pero él se puso a "sinvergüencear" fuera de casa y me imagino que se infectó con una mujer en la calle. Nos habíamos separado y a los seis meses nos reconciliamos. Tuve relaciones con él y supongo que ahí me infectó, porque ya habían nacido mis dos hijos y los dos estaban sanos. Él cayó enfermó, lo llevé al hospital, le hice la prueba y salió positivo. Luego yo me fui al banco municipal de sangre de Caracas y también di positiva". Patricia enfrentó sentimientos de ira porque no había vivido ninguna situación de riesgo. Sólo había decidido confiar en su compañero de vida. "Fue muy doloroso, porque pensé en mis hijos y me daba mucha rabia que mi pareja me hubiera infectado por irresponsable".
El imprescindible apoyo psicológicoPero la noticia que cambió la vida de estas dos mujeres no ha impedido que sus historias personales sean positivas. Desde el momento en que se enteraron de su situación de salud, accedieron al tratamiento de antirretrovirales, que impide que el virus se replique y que en el país es gratuito. Ninguna de las dos ha pasado a fase Sida, que es la que ocurre cuando el VIH destruye todo el sistema inmunológico, y sus médicos les aseguran que podrán vivir así por muchos años. Sin embargo, sienten que el tratamiento farmacológico no es lo único que puede detener el impacto de un diagnóstico tan fuerte como el del VIH. "Hay que cumplir el tratamiento al pie de la letra -dice Patricia- pero lo más importante es el apoyo. Es vital que tu familia te acompañe, te ayude, te haga sentir que no estás sola. Claro, también hay que ser responsable, cuidarse uno mismo y cuidar a los demás".
Según el psiquiatra Hany Chikhani, es imprescindible decirle al seropositivo que su diagnóstico no es una condena a muerte. "Por lo general, el individuo llega a la consulta derrumbado, por lo que hay que motivarlo a luchar por la vida. Es importante lograr que el seropositivo se trace metas, se cuide, se quiera a sí mismo para que se proteja y proteja a los demás. Es importante hacerle entender que no tiene que sentir vergüenza por su condición".
Así lo han entendido Daniela y Patricia. Creen que su ejemplo es una prueba de que se puede seguir adelante, aun en medio de esta situación. "Hay que luchar como cualquier persona que tenga o no tenga VIH. Hay que hacer ejercicio, comer sano y mantenerse fuerte -dice Daniela. Yo tengo amigos que dicen que yo soy la chica súper poderosa, pero yo sólo estoy haciendo lo mejor posible como ser humano y tratando de ayudar a otras personas, porque eso fortalece mi espíritu. Hoy día me gradué, estoy haciendo una maestría y sigo avanzando. Mis metas están intactas". A sus 50 años, catorce de ellos como seropositiva, Patricia es contundente. "Yo llevo una vida normal porque soy una persona normal. Yo me metí en la universidad, estudio Derecho, estoy en el noveno semestre y cuando salga jubilada del hospital en donde trabajo voy a montar un escritorio jurídico para ayudar a muchas personas. Por supuesto que espero comenzar asesorando a seropositivos que lo necesiten. A quienes estén pasando por esto, simplemente les digo que se tracen metas y que luchen por ellas. No se encierren en sí mismos, reúnanse con gente que quiera ayudarlos. Todos necesitamos un confidente. Pero eso sí, lo más importante es quererte a ti mismo. Pa'lante es pa'llá".
foto: www.shutterstock/liv friis-larsen
VIH y violencia domésticaNo hay una cifra cierta sobre la realidad del VIH en Venezuela y mucho menos sobre el número de mujeres afectadas. Estimaciones de la Sociedad Venezolana de Infectología dan cuenta de que unos 110 mil venezolanos podrían ser seropositivos, pero los números son extraoficiales. El Ministerio de Salud reporta poco más de 63 mil casos en todo el país, de los cuales 20 mil son de mujeres. Según declaraciones de Daisy Matos, directora del Programa Nacional de Sida, el crecimiento de la infección entre las féminas es preocupante. "La proporción de hombres y mujeres infectados por VIH se ha ido acortando. Hace 10 a 15 años, la relación era 17 hombres por cada mujer y en este momento las cifras del Ministerio de Salud hablan de cuatro hombres por cada mujer", señala una nota de prensa publicada en la web de ese despacho a fines de 2007. Tan grave es la situación que, según la ONU, más de 15 millones de mujeres viven con VIH en el mundo, casi la mitad del total de seropositivos (33,6 millones)
¿Qué hay detrás de estas cifras? La Organización Panamericana de la Salud da cuenta de que la mujer es vulnerable por razones biológicas y sociales. "Biológicamente, las mujeres son más susceptibles que los hombres a contraer la enfermedad a través de relaciones sexuales. La presencia de un proceso inflamatorio y/o llagas en el tracto genital resultantes de una infección que permanece sin diagnóstico y tratamiento incrementa varias veces las posibilidades de infección con el VIH, si la paciente se expone a fluidos infectantes", señala un informe publicado en 2006. Pero lo más grave parece ser la desigualdad de género, vale decir, la dificultad de la mujer para enfrentar y controlar su sexualidad, de manera de exigir a su pareja prevención. "Con frecuencia carecen de poder en las relaciones para determinar si serán sexualmente activas o si utilizarán preservativos", reseña el mismo texto. "En algunos países son comunes las relaciones sexuales entre mujeres jóvenes y hombres considerablemente mayores", continúa señalando el estudio, lo que acentúa la desventaja de la mujer para decidir sobre cómo y bajo qué condiciones tener relaciones sexuales e incrementa sus posibilidades de contraer el virus.
Venezuela no escapa a esta realidad. Un estudio de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (AVESA), reveló que muchas mujeres que no tienen una conducta de riesgo (no tienen múltiples relaciones de pareja o no comparten jeringas para consumir droga) descubren que son seropositivas cuando van a chequeo prenatal, aunque sólo tenían una pareja. "Susana se enteró de que tenía VIH por su hija. Su pequeña niña era portadora del virus. Tiempo después descubrió que su esposo frecuentaba centros nocturnos y fue allí donde se infectó y, luego, se lo transmitió", relata un fragmento del estudio hecho entre 224 seropositivas y citado por www.fundamujer.org.ve. "Se ponen a beber y a buscar mujeres. Uno no sabe si por el efecto del alcohol lo hacen sin protección. Después llegan a su casa y obligan a la mujer a tener sexo. Eso es una violación", dice Carmen, otra de las mujeres que viven con VIH reseñadas en este estudio. La presidenta de Fundamujer, Ofelia Álvarez, insiste en que ésta es una problemática sociocultural. "El hombre que asume esta postura aprendió en su entorno familiar que así debía tratar a la mujer, vio a una madre sumisa frente al padre y eso se le naturalizó. Así, se siente con derecho a tener poder sobre su mujer, incluyendo sexualidad, pensamiento y espacio físico. Por su parte, la mujer aprendió a ser pasiva, a ser esposa y madre, complaciendo a su marido incluso a disgusto". Álvarez aclara, además, que muy contrario a lo que se piensa, esta situación no conoce estrato social, religión o nivel educativo.
¿Cómo enfrentar esta situación? En su declaración, el Fondo de Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) establece que "los gobiernos deben pasar de las palabras a la acción, y lograr dentro de sus objetivos nacionales estrategias que den poder a las mujeres para tener control y decidir libre y responsablemente sobre materias relacionadas con su sexualidad e incrementar su capacidad de protegerse ellas mismas de la infección".
La presidenta de Fundamujer habla de concienciar a las propias féminas. "La mujer debe investigar sobre su propio cuerpo, sobre su sexualidad, sobre cómo cuidarse y protegerse no sólo del VIH, sino de otras infecciones de transmisión sexual. Una vía es introducir el tema naturalmente en la vida cotidiana. Pedir material informativo y ponerlo sobre la mesa o la cama para motivar la discusión puede ser efectivo". Daniela, quien ya tiene 10 años viviendo con VIH, apela al sentido común. "No podemos tener miedo a exigir controles, a pedirles a nuestras parejas una prueba de VIH. Eso es perfectamente válido. Si un hombre quiere estar contigo, lo hará aun con preservativo. Y el uso del condón es imprescindible, no sólo para prevenir el VIH, sino un embarazo no deseado u otras enfermedades de transmisión sexual. En el país, muchos jóvenes tienen VPH. Y eso sólo se evita con prevención. La mujer tiene que asumir el control de su sexualidad, y no por una responsabilidad con los demás, sino consigo misma".
Los especialistas reconocen que lograrlo no es fácil, sobre todo porque romper estas barreras supone vencer conductas aprendidas. "Cuando la mujer siente miedo de enfrentarse a su pareja para exigir una relación sexual segura, debe buscar ayuda porque muy probablemente está ante un cuadro de violencia doméstica. Existen profesionales especializados e instituciones que pueden prestarle apoyo y es importante decirle a la mujer que no está sola", apuntó Álvarez. Visitar a un médico con regularidad y hacerse una prueba de despistaje de VIH también es imprescindible. "Hace cuatro años recibimos en nuestro centro de información la llamada de una mujer embarazada que se había hecho la prueba y salió seropositiva -relata Carlos Ferrer, representante de Acción Solidaria, organización dedicada a la prevención del VIH en el país. Gracias a esa llamada a tiempo, pudimos orientarla y explicarle que su niño podía nacer sin el virus aunque ella estuviera infectada. Tiempo después la señora llamó, nos dijo que había accedido al tratamiento y que había podido tener a su bebé sano. Por muy dura que pueda ser la noticia de que estás infectado con el VIH, es mejor enterarse para acceder a las herramientas médicas que te permitan llevar una vida normal y seguir con tus proyectos de vida".
Discriminación: el verdadero enemigo
La Constitución Nacional prohíbe la discriminación, pero ser seropositivo en Venezuela sigue siendo un estigma. Son muchas las personas que viven con VIH que no consiguen empleo o han sido despedidas, simplemente por esta situaciónde salud. A las organizaciones no gubernamentales les preocupa que las empresas sigan haciendo pruebas de despistaje de VIH como condición previa para accedera un puesto de trabajo, aunque esto está expresamente prohibido por una resolución del Ministerio de Salud vigente desde el año 1994. "Estas pruebas son discriminatorias -dice Carlos Ferrer, representante de la ONG Acción Solidaria. El seropositivo tiene una condición de salud crónica como el diabético o el hipertenso y los medicamentos mantienen esa condición controlada. Además, contratar a un seropositivo no implica ningún riesgo. Abrazar, compartir escritorios, besar, estrechar manos, compartir baños, hablar, compartir utensilios de cocina, ropa o camas, nada de esto implica riesgo de infectarse con el VIH".
"La discriminación es una infección social que está en la cabeza de las personas", reflexiona Daniela, seropositiva. "El miedo es libre, pero la aceptación también es libre. Y la información es poder. Si las personas realmente supieran que el VIH no es el monstruo que han hecho ver sería muchísimo más fácil vivir con él. Seguir con el miedo no va a ayudar a que la epidemia retroceda. Y discriminar,por el contrario, puede atentar, incluso, contra la salud del seropositivo".
Las organizaciones piden denunciar estas situaciones porque creen que es la única manera de detenerlas. "Muchos no lo hacen por miedo o vergüenza", dice Ferrer. Sin embargo, existen numerosas agrupaciones que brindan asesoría jurídica gratuita y confidencial como ACCSI y Acción Solidaria.
El condón y la sexualidad responsableSegún Carlos Ferrer, coordinador de relaciones institucionales de Acción Solidaria, hay que intensificar la educación sexual y promover el manejo de las relaciones íntimas con responsabilidad, no sólo en las mujeres sino en los adolescentes. "Los jóvenes son muy vulnerables porque se están iniciando sexualmente cada vez a más temprana edad y lo están haciendo sin la debida educación. Además, la comunicación sigue siendo insuficiente. Los padres siguen tratando el tema de la sexualidad como un tabú".
El doctor Hany Chikhani, médico psiquiatra, reivindica el trabajo que está haciendo la Fundación de Asistencia Médica al Estudiante (FAMES) en varias universidades del país. "Estamos haciendo talleres sobre sexualidad responsable, embarazo no controlado y sobre el uso adecuado de los preservativos. Es impresionante la cantidad de jóvenes que no saben colocarse un preservativo y ya tienen una vida sexual activa".
Según ratificó recientemente ONUSIDA, el preservativo sigue siendo la principal herramienta de protección, después de la abstinencia.
"Hace 10 años sufrí dengue hemorrágico y me hicieron una transfusión. Tenía 16 años y la sangre que me colocaron estaba infectada. Cuatro años más tarde, a los 20, me hice una prueba y me diagnosticaron que tenía VIH". Así comienza el relato de Daniela, para quien enterarse de que era seropositiva no fue nada fácil. "Fue súper duro, estaba iniciando mi carrera en la universidad y, además, por todo el desconocimiento que rodea el tema, lo primero que pensé es que me iba a morir. No escuchaba razones de quienes me decían que no era así. Vivir con VIH y ser mujer, y, además, ser heterosexual, acarrea una marca social muy fuerte. La gente sigue siendo muy cerrada e ignorante y cuando te diagnostican inmediatamente te estigmatizan: te dicen que eres una promiscua, una prostituta e, incluso, te culpabilizan diciendo que algo malo habrás hecho para que Dios te castigara. Sin embargo, considero que lo manejé bastante bien. Después de que me enteré de que es una situación de salud crónica controlada y de que con medicamentos a tiempo puedes llevar una vida normal, pues seguí adelante".
Patricia, con dos hijos y una sola pareja, no se cuidaba cuando mantenía relaciones sexuales. "Yo vivía con el papá de mis hijos, pero él se puso a "sinvergüencear" fuera de casa y me imagino que se infectó con una mujer en la calle. Nos habíamos separado y a los seis meses nos reconciliamos. Tuve relaciones con él y supongo que ahí me infectó, porque ya habían nacido mis dos hijos y los dos estaban sanos. Él cayó enfermó, lo llevé al hospital, le hice la prueba y salió positivo. Luego yo me fui al banco municipal de sangre de Caracas y también di positiva". Patricia enfrentó sentimientos de ira porque no había vivido ninguna situación de riesgo. Sólo había decidido confiar en su compañero de vida. "Fue muy doloroso, porque pensé en mis hijos y me daba mucha rabia que mi pareja me hubiera infectado por irresponsable".
El imprescindible apoyo psicológicoPero la noticia que cambió la vida de estas dos mujeres no ha impedido que sus historias personales sean positivas. Desde el momento en que se enteraron de su situación de salud, accedieron al tratamiento de antirretrovirales, que impide que el virus se replique y que en el país es gratuito. Ninguna de las dos ha pasado a fase Sida, que es la que ocurre cuando el VIH destruye todo el sistema inmunológico, y sus médicos les aseguran que podrán vivir así por muchos años. Sin embargo, sienten que el tratamiento farmacológico no es lo único que puede detener el impacto de un diagnóstico tan fuerte como el del VIH. "Hay que cumplir el tratamiento al pie de la letra -dice Patricia- pero lo más importante es el apoyo. Es vital que tu familia te acompañe, te ayude, te haga sentir que no estás sola. Claro, también hay que ser responsable, cuidarse uno mismo y cuidar a los demás".
Según el psiquiatra Hany Chikhani, es imprescindible decirle al seropositivo que su diagnóstico no es una condena a muerte. "Por lo general, el individuo llega a la consulta derrumbado, por lo que hay que motivarlo a luchar por la vida. Es importante lograr que el seropositivo se trace metas, se cuide, se quiera a sí mismo para que se proteja y proteja a los demás. Es importante hacerle entender que no tiene que sentir vergüenza por su condición".
Así lo han entendido Daniela y Patricia. Creen que su ejemplo es una prueba de que se puede seguir adelante, aun en medio de esta situación. "Hay que luchar como cualquier persona que tenga o no tenga VIH. Hay que hacer ejercicio, comer sano y mantenerse fuerte -dice Daniela. Yo tengo amigos que dicen que yo soy la chica súper poderosa, pero yo sólo estoy haciendo lo mejor posible como ser humano y tratando de ayudar a otras personas, porque eso fortalece mi espíritu. Hoy día me gradué, estoy haciendo una maestría y sigo avanzando. Mis metas están intactas". A sus 50 años, catorce de ellos como seropositiva, Patricia es contundente. "Yo llevo una vida normal porque soy una persona normal. Yo me metí en la universidad, estudio Derecho, estoy en el noveno semestre y cuando salga jubilada del hospital en donde trabajo voy a montar un escritorio jurídico para ayudar a muchas personas. Por supuesto que espero comenzar asesorando a seropositivos que lo necesiten. A quienes estén pasando por esto, simplemente les digo que se tracen metas y que luchen por ellas. No se encierren en sí mismos, reúnanse con gente que quiera ayudarlos. Todos necesitamos un confidente. Pero eso sí, lo más importante es quererte a ti mismo. Pa'lante es pa'llá".
foto: www.shutterstock/liv friis-larsen
VIH y violencia domésticaNo hay una cifra cierta sobre la realidad del VIH en Venezuela y mucho menos sobre el número de mujeres afectadas. Estimaciones de la Sociedad Venezolana de Infectología dan cuenta de que unos 110 mil venezolanos podrían ser seropositivos, pero los números son extraoficiales. El Ministerio de Salud reporta poco más de 63 mil casos en todo el país, de los cuales 20 mil son de mujeres. Según declaraciones de Daisy Matos, directora del Programa Nacional de Sida, el crecimiento de la infección entre las féminas es preocupante. "La proporción de hombres y mujeres infectados por VIH se ha ido acortando. Hace 10 a 15 años, la relación era 17 hombres por cada mujer y en este momento las cifras del Ministerio de Salud hablan de cuatro hombres por cada mujer", señala una nota de prensa publicada en la web de ese despacho a fines de 2007. Tan grave es la situación que, según la ONU, más de 15 millones de mujeres viven con VIH en el mundo, casi la mitad del total de seropositivos (33,6 millones)
¿Qué hay detrás de estas cifras? La Organización Panamericana de la Salud da cuenta de que la mujer es vulnerable por razones biológicas y sociales. "Biológicamente, las mujeres son más susceptibles que los hombres a contraer la enfermedad a través de relaciones sexuales. La presencia de un proceso inflamatorio y/o llagas en el tracto genital resultantes de una infección que permanece sin diagnóstico y tratamiento incrementa varias veces las posibilidades de infección con el VIH, si la paciente se expone a fluidos infectantes", señala un informe publicado en 2006. Pero lo más grave parece ser la desigualdad de género, vale decir, la dificultad de la mujer para enfrentar y controlar su sexualidad, de manera de exigir a su pareja prevención. "Con frecuencia carecen de poder en las relaciones para determinar si serán sexualmente activas o si utilizarán preservativos", reseña el mismo texto. "En algunos países son comunes las relaciones sexuales entre mujeres jóvenes y hombres considerablemente mayores", continúa señalando el estudio, lo que acentúa la desventaja de la mujer para decidir sobre cómo y bajo qué condiciones tener relaciones sexuales e incrementa sus posibilidades de contraer el virus.
Venezuela no escapa a esta realidad. Un estudio de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (AVESA), reveló que muchas mujeres que no tienen una conducta de riesgo (no tienen múltiples relaciones de pareja o no comparten jeringas para consumir droga) descubren que son seropositivas cuando van a chequeo prenatal, aunque sólo tenían una pareja. "Susana se enteró de que tenía VIH por su hija. Su pequeña niña era portadora del virus. Tiempo después descubrió que su esposo frecuentaba centros nocturnos y fue allí donde se infectó y, luego, se lo transmitió", relata un fragmento del estudio hecho entre 224 seropositivas y citado por www.fundamujer.org.ve. "Se ponen a beber y a buscar mujeres. Uno no sabe si por el efecto del alcohol lo hacen sin protección. Después llegan a su casa y obligan a la mujer a tener sexo. Eso es una violación", dice Carmen, otra de las mujeres que viven con VIH reseñadas en este estudio. La presidenta de Fundamujer, Ofelia Álvarez, insiste en que ésta es una problemática sociocultural. "El hombre que asume esta postura aprendió en su entorno familiar que así debía tratar a la mujer, vio a una madre sumisa frente al padre y eso se le naturalizó. Así, se siente con derecho a tener poder sobre su mujer, incluyendo sexualidad, pensamiento y espacio físico. Por su parte, la mujer aprendió a ser pasiva, a ser esposa y madre, complaciendo a su marido incluso a disgusto". Álvarez aclara, además, que muy contrario a lo que se piensa, esta situación no conoce estrato social, religión o nivel educativo.
¿Cómo enfrentar esta situación? En su declaración, el Fondo de Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) establece que "los gobiernos deben pasar de las palabras a la acción, y lograr dentro de sus objetivos nacionales estrategias que den poder a las mujeres para tener control y decidir libre y responsablemente sobre materias relacionadas con su sexualidad e incrementar su capacidad de protegerse ellas mismas de la infección".
La presidenta de Fundamujer habla de concienciar a las propias féminas. "La mujer debe investigar sobre su propio cuerpo, sobre su sexualidad, sobre cómo cuidarse y protegerse no sólo del VIH, sino de otras infecciones de transmisión sexual. Una vía es introducir el tema naturalmente en la vida cotidiana. Pedir material informativo y ponerlo sobre la mesa o la cama para motivar la discusión puede ser efectivo". Daniela, quien ya tiene 10 años viviendo con VIH, apela al sentido común. "No podemos tener miedo a exigir controles, a pedirles a nuestras parejas una prueba de VIH. Eso es perfectamente válido. Si un hombre quiere estar contigo, lo hará aun con preservativo. Y el uso del condón es imprescindible, no sólo para prevenir el VIH, sino un embarazo no deseado u otras enfermedades de transmisión sexual. En el país, muchos jóvenes tienen VPH. Y eso sólo se evita con prevención. La mujer tiene que asumir el control de su sexualidad, y no por una responsabilidad con los demás, sino consigo misma".
Los especialistas reconocen que lograrlo no es fácil, sobre todo porque romper estas barreras supone vencer conductas aprendidas. "Cuando la mujer siente miedo de enfrentarse a su pareja para exigir una relación sexual segura, debe buscar ayuda porque muy probablemente está ante un cuadro de violencia doméstica. Existen profesionales especializados e instituciones que pueden prestarle apoyo y es importante decirle a la mujer que no está sola", apuntó Álvarez. Visitar a un médico con regularidad y hacerse una prueba de despistaje de VIH también es imprescindible. "Hace cuatro años recibimos en nuestro centro de información la llamada de una mujer embarazada que se había hecho la prueba y salió seropositiva -relata Carlos Ferrer, representante de Acción Solidaria, organización dedicada a la prevención del VIH en el país. Gracias a esa llamada a tiempo, pudimos orientarla y explicarle que su niño podía nacer sin el virus aunque ella estuviera infectada. Tiempo después la señora llamó, nos dijo que había accedido al tratamiento y que había podido tener a su bebé sano. Por muy dura que pueda ser la noticia de que estás infectado con el VIH, es mejor enterarse para acceder a las herramientas médicas que te permitan llevar una vida normal y seguir con tus proyectos de vida".
Discriminación: el verdadero enemigo
La Constitución Nacional prohíbe la discriminación, pero ser seropositivo en Venezuela sigue siendo un estigma. Son muchas las personas que viven con VIH que no consiguen empleo o han sido despedidas, simplemente por esta situaciónde salud. A las organizaciones no gubernamentales les preocupa que las empresas sigan haciendo pruebas de despistaje de VIH como condición previa para accedera un puesto de trabajo, aunque esto está expresamente prohibido por una resolución del Ministerio de Salud vigente desde el año 1994. "Estas pruebas son discriminatorias -dice Carlos Ferrer, representante de la ONG Acción Solidaria. El seropositivo tiene una condición de salud crónica como el diabético o el hipertenso y los medicamentos mantienen esa condición controlada. Además, contratar a un seropositivo no implica ningún riesgo. Abrazar, compartir escritorios, besar, estrechar manos, compartir baños, hablar, compartir utensilios de cocina, ropa o camas, nada de esto implica riesgo de infectarse con el VIH".
"La discriminación es una infección social que está en la cabeza de las personas", reflexiona Daniela, seropositiva. "El miedo es libre, pero la aceptación también es libre. Y la información es poder. Si las personas realmente supieran que el VIH no es el monstruo que han hecho ver sería muchísimo más fácil vivir con él. Seguir con el miedo no va a ayudar a que la epidemia retroceda. Y discriminar,por el contrario, puede atentar, incluso, contra la salud del seropositivo".
Las organizaciones piden denunciar estas situaciones porque creen que es la única manera de detenerlas. "Muchos no lo hacen por miedo o vergüenza", dice Ferrer. Sin embargo, existen numerosas agrupaciones que brindan asesoría jurídica gratuita y confidencial como ACCSI y Acción Solidaria.
El condón y la sexualidad responsableSegún Carlos Ferrer, coordinador de relaciones institucionales de Acción Solidaria, hay que intensificar la educación sexual y promover el manejo de las relaciones íntimas con responsabilidad, no sólo en las mujeres sino en los adolescentes. "Los jóvenes son muy vulnerables porque se están iniciando sexualmente cada vez a más temprana edad y lo están haciendo sin la debida educación. Además, la comunicación sigue siendo insuficiente. Los padres siguen tratando el tema de la sexualidad como un tabú".
El doctor Hany Chikhani, médico psiquiatra, reivindica el trabajo que está haciendo la Fundación de Asistencia Médica al Estudiante (FAMES) en varias universidades del país. "Estamos haciendo talleres sobre sexualidad responsable, embarazo no controlado y sobre el uso adecuado de los preservativos. Es impresionante la cantidad de jóvenes que no saben colocarse un preservativo y ya tienen una vida sexual activa".
Según ratificó recientemente ONUSIDA, el preservativo sigue siendo la principal herramienta de protección, después de la abstinencia.
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